La piel es un tejido que nos envuelve por completo. Es una membrana resistente y flexible muy bien irrigada, provista de terminaciones nerviosas que nos permite tocar y percibir todo lo que nos rodea. Es una importante barrera de defensa del mundo exterior y un órgano de los sentidos que nos relaciona con el medio ambiente. Su máximo espesor se encuentra en las manos y los pies.
Con la edad se pierde elasticidad y con ella la calidad de la misma.
Es un órgano depurativo que forma parte del aparato excretor: a través de la piel eliminamos con el sudor gran cantidad de agua y toxinas.
El color de la piel lo determina un pigmento de color oscuro llamado melanina. Una piel clara tiene menos presencia de melanina, la producción de la misma es determinada por factores como el clima, la exposición al sol y la alimentación.
La epidermis es la capa más externa, está compuesta por capas de células que contienen queratina al igual que las uñas y el cabello.
Debajo de la epidermis está la dermis, capa que contiene infinidad de finos vasos sanguíneos, receptores sensoriales nerviosos, glándulas sudoríparas, los folículos pilosos y las glándulas sebáceas, cuyas secreciones lubrican la superficie de la piel permitiendo la elasticidad de la epidermis.
En la capa más profunda se encuentra la hipodermis con grasa subcutánea que ayuda a retener el calor corporal.
Para fines cosméticos, los factores más importantes son las fibras elásticas o musculares presentes en la dermis, y son las responsables de la elasticidad y de la flexibilidad de la piel, y las fibras de colágeno que permiten el mantenimiento de una piel consistente y firme.
Una piel sana presenta una capa ácida que la protege de bacterias y su coeficiente varia de 5,2 a 6 en una escala que va de 4,5 a 7,5. De los últimos valores, el más bajo representa una extrema acidez mientras el más alto denota el estado alcalino o básico.
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